Eclipse de luna en cuarto menguante

Apenas dejo de ser Penélope, parece que por un ratito no más. Creo que el desamor o el amor no compartido son una constante, una espiral en nuestras vidas.

Pero este amor, tan enamorado se ha empeñado en borrar con el pie lo que sembramos con el corazón… ¡Dios!

Parece que una fuerza cósmica se ha aventurado para no dejarnos caminar juntos ni por la plaza, ni por el centro, ni por el parque, ni por la peatonal, de hecho, en el reloj de arena de nuestras vidas es de noche para uno y de día para el otro, es la siesta para mi y la madrugada para vos.

Estamos perdidos mi amor, ya lo ves, parecemos eclipsados con luna en cuarto menguante… ¿y quién decidió que esto fuera así?... ¿tenés la respuesta? … Ojalá, porque yo no quiero caer en la maldita resignación de pensar que “es lo que el destino nos deparó” ¡Al diablo con el destino! ¡Suficiente con la historia que aún no terminaste de cerrar! ¡Suficiente con mis angustias que atrás quedaron cuando te conocí!

Me siento en un banco, mirando al lago, -como mi amiga imaginaria- porque no vivo en el mar y no me resigno a ser Penélope por vos. Quiero esperarte y encontrarte cada día en el mágico mundo estelar que nos une cuando nos miramos y sentimos que nuestras pieles son lo mejor que tenemos.

Ya no quiero dormir más con camisones, “porque los que los fabrican o inventaron no deben ser buena gente”, quiero dormir desnuda abrazada a vos, ¿sabías que tu brazo es la mejor almohada que he tenido? ¿Sabías que tu panza es la más linda para comerla a besos y que tu ombligo es un chupetín bolita con sabor a frutilla?

Ya no quiero jugar a seducir en un bar, quiero estar en el balcón de tu casita y seducirte a vos tomando jugo “ser” de mango y naranja.

Es así, nuestra compañía es una ilusión que empieza con muchas fuerzas y siempre cae en picada libre por vos, por mi, por lo que no entendemos y no queremos ser y por lo que no podemos superar.

¡Mi querido bicho canasto! Siempre, siempre serás eso… mi bicho hermoso, mi ilusión.

Me resigno con mi mejor sonrisa y me siento esta tarde en el mismo banco a mirar el lago del parque –como mi amiga imaginaria- y deseando una y mil veces que me encuentres por casualidad, o casi por error, para dejar de ser Penélope por vos.

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